Seguramente has escuchado acerca de la zona roja del estrés. la cual delimita una barrera mental que no es recomendable sobrepasar. En ese horizonte, muestra como nuestra sensación de control se va desvaneciendo, nuestros recursos cognitivos se deshilachan generando otros problemas.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado el estrés en numerosas ocasiones. Por lo que es algo que debemos tener claro en primer lugar es que debemos sentirlo, sufrirlo y pasar por épocas determinadas por su presencia.
El estrés es una reacción psicológica y física habitual ante diversos estímulos de gran intensidad, ya sean negativos o positivos. En ocasiones, hasta algo que nos puede llegar a generar una gran ilusión, terminando viéndolo como una dosis de estrés.
Pero el problema se origina cuando esa situación se convierte en algo constante. Ya que nuestros organismos y nuestro cerebro, no se encuentra preparado para cohabitar con esta activación psicológica de manera permanente.
La mayoría de nosotros desconocemos el impacto que tiene sobre la persona, cómo nos cambia y cómo altera desde el rendimiento, el estado de ánimo o de la salud.
Como William Jame una vez expresó, el mejor remedio para el estrés es saber elegir bien nuestros pensamientos. Aunque, sabemos que esto no es fácil. Cuando nuestra mente ha llegado a esa zona roja en la que cuesta mucho tener el control sobre la mente.
El cerebro se ha habituado ya a un tipo de patrón mental dominado en exclusiva por unas emociones del color del miedo y de la angustia.
Zona roja del estrés, la mente actúa como nuestra peor enemiga
La zona roja del estrés se encuentra definida como un estado en que acabamos respondiendo por debajo de nuestra inteligencia. En pocas palabras, es llegar a un nivel en que no actuamos reaccionamos.
No es más que un estado en el cual, no razonamos de manera lógica sino que casi sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por las emociones más adversas. Todo ello, como podemos supone, tiene riesgo y un coste inmenso.
Se llega a la zona del estrés cuando esta dimensión se vuelve crónica, cuando pasamos meses o años sufriendo sus efectos sin gestionarlo. Esto se puede ver en personas que llevan mucho tiempo sumidos en un trabajo muy demandante o bajo situaciones de mobbing.
El cerebro deja de recibir el aporte energético que necesita
Nuestro cerebro consume alrededor del 20 % de nuestros recursos energéticos. Lo cual, necesita un aporte de flujo sanguíneo, glucosa y otros nutrientes de manera constante.
Es ahí donde la relación existente con otros órganos es el que más consume. Ahora bien, hay un dato que puede sorprendernos. En situaciones de estrés elevado se reduce el aporte de energía al cerebro.
Pero la verdadera razón, es que hay otras partes de nuestro cuerpo que se priorizan, como lo son los músculos. Ellos necesitan mayor energía para poder ayudarnos a escapar o defendernos.
Así que recordemos que el estrés activa estas respuestas, y por tanto, la distribución de nutrientes, de flujo sanguíneo y de oxígeno varía por completo de las situaciones que se presenten.
Cerebro sin defensas
El sobrepasar la zona roja del estrés y quedarnos en este escenario durante mucho tiempo caeremos en un estado de indefensión.
No solo por nuestra salud física, sino también: por el agotamiento, taquicardias, problemas digestivos, cefaleas, etc. Algo que sin duda nos señalan estudios, como los llevados en la Universidad de Montreal por la doctora Sonya Lupien, ya que es algo muy común de sufrir por un trastorno depresivo.
Ahora bien, debemos aplicar estrategias para poder manejar ese estrés cotidiano, esas preocupaciones puntuales del día a día, ese malestar que quita la calma. En caso de dejarlo pasar y no actuar, ese malestar te hará más grande, y en ocasiones inalcanzable.