Un hombre indonesio de 68 años recibió un reconocimiento nacional por su ardua labor de plantar más de 11 mil árboles durante 23 años en la isla de Java.
Sadiman -responsable de la siembra de los árboles-, fue reconocido como un “gran ejemplo de guardabosque” por el gobierno de Indonesia y otras organizaciones.
El trabajo del hombre inició hace dos décadas cuando decidió combatir la deforestación presente en la zona. La cual se intensificó debido a diversos incendios que afectaron la ladera sur del volcán Lawu, destruyendo los ecosistemas de la región.
A partir de ahí el hombre comenzó su tarea hasta el punto de sembrar más de 11 mil árboles en 250 hectáreas de bosque. Una increíble cantidad que le valió el reconocimiento por parte de las autoridades y que logró revertir el daño de la sequía y la deforestación.
Además, la agencia de desastres indonesia (BNPB) junto al gobierno nacional, le otorgaron 100 millones de rupias (7.000 dólares) en su pueblo, Geneng. Por su increíble labor y ser fuente de inspiración para transformar y mejorar el entorno natural, sin esperar por algún tipo de apoyo de otros.
“En el pasado pensaban que estaba loco. Cuando los otros (miembros de la comunidad) plantaban cultivos para alimentarse, yo plantaba banianos. Pero lo que planté entonces ahora da agua a los residentes y el aire es fresco” expresó Sadiman.
Plantar árboles para salvar a la humanidad
Debido a que para muchos residentes, la labor del anciano se trataba de un esfuerzo innecesario, Sadiman decidió plantar banianos por toda la zona. Ya que esta especie son considerados árboles sagrados según las creencias de la isla de Java, lo que impidió su tala por parte de los aldeanos.
Años más tarde, este acto de “locura” representa el mayor beneficio para los locales, dado que la presencia de estos árboles devolvió el agua a los arroyos. Además de crear nuevos riachuelos en el bosque de los montes Gendol y Ampyangan. Brindando agua para más de 340 familias, incluso en épocas de sequía.
Una increíble labor que recae totalmente sobre los hombros del anciano Sadiman, quien financió las semillas de los banianos y otras especies. Aunque su dedicación llevó a que lentamente otros residentes decidieran plantar también y a apoyar económicamente durante los últimos años.
Un claro ejemplo, que demuestra que las buenas acciones como las del anciano, pese a generar escepticismo inicialmente. Lentamente logró que otras personas se sumaran a la iniciativa de sembrar árboles y así proteger, contribuir y salvar a los ecosistemas y a las comunidades locales.