El ave que no sabía quién era, una historia sobre la identidad

Esta historia, sobre la identidad, nos lleva a entender que la esencia de cada ser esta presente, aunque los avatares de la vida nos lleven por distintos rumbos que nos obligan a actuar de una manera distinta a lo que somos.

Esta historia sobre la identidad nos cuenta que en un lugar alejado vivía humilde pastor de cabras que ama lo que hace. En un año de lluvias escasas se preocupó porque la hierba que comen sus cabras no crece.

Al ver esto el hombre tomo la decisión de llevar sus animales a una montaña cerca de allí, esta era una zona húmeda y seguramente habría suficiente hierba para sus cabras se alimentaran.

Bien temprano arreo a sus cabras rumbo a la cumbre que se podía observar a lo lejos. Ya en la colina sus animales pudieron alimentarse todo el día, cuando se disponía a regresar a su hogar el pastor observo algo que capto su mirada.

Tirado en uno de los risco logro ver un pequeño nido de águila. El pastor odiaba estas aves ya que a tenido malas experiencias con ellas en su granja, ya que atacaban a sus gallinas. Pero su curiosidad lo llevo a acercarse más.

En el nido se encontraban dos polluelos, uno estaba muerto, al parecer el nido cayo de donde sen encontraba y el pequeño no resistió, la otra cría tenia heridas graves y se notaba que le costaba respirar.

Cuenta esta historia de la identidad que el pastor, sintió compasión por el pequeño animal y decidió llevar al polluelo hasta su hogar.

Mi antorcha despejando la noche de tus labios libertará por fin tu esencia creadora

Ernestina de Champourcín

Los efectos del cuidado

Con mucha paciencia el hombre curó las heridas del ave, la alimento, la cuida cuido y logro salvar su vida. Al considerar que el polluelo estaba muy pequeño para dejarlo ir, lo mantuvo con el por mucho tiempo.

Pero mediante crecía el animal, la preocupación del pastor lo hacia de igual manera. El señor no quería que este animal atacara a sus gallinas o a sus cabras.

El aguilucho creció para convertirse en una magestuosa ave, es entonces cuando el pastor decidió que ya era el momento de dejarla marchar. Una mañana tomo al animal y lo llevo a campo abierto para que sus alas lo llevaran lejos.

Para sorpresa del humilde pastor, el águila comenzó a dar saltos tratando de seguirlo de vuelta a casa, el hombre al ver la forma de actuar del ave se conmovió y decidió llevarla de nuevo con el.

Durante los días siguientes el hombre intento que el águila se fuera, pero esta siempre encontraba el modo de volver a la casa del señor. Pero lo curioso es que el águila no volaba solo daba saltos.

El hombre desistió de su propósito al ver que nunca lograba nada, entonces tomo al águila y la dejo en el corral de las gallinas para que pudiera convivir con ellas. Estas se alarmaron al ver llegar al ave, pero en un segundo pudieron darse cuenta de que era inofensiva.

Un visitante extraño

Pasado el tiempo el águila adopto la identidad de una gallina, hasta incluso aprendió a cacarear como ellas, hasta tenia una actitud asustadizas y melindrosa. Hasta el mismo pastor comenzó a tratarla como una gallina más.

En una oportunidad un conocedor de aves paso por este lugar y resulta que era experto en águilas. El científico pasó casualmente por el corral y quedo sorprendido con lo que vio allí. el águila conviviendo con las gallinas.

El experto busco al pastor para que le explicara lo que acababa de ver. El hombre le contó toda historia y concluyó diciendo que para el, el ave ya era una gallina más.

El naturalista no estuvo de acuerdo con lo que el hombre le contó, para el cada animal tiene un esencia, le resultaba ilógico que el águila pudiese olvidar quien era. Así que con permiso del pastor decidió comprobar su teoría.

Una historia sobre la identidad

El naturalista le ofreció carne al águila, pero esta la rechazó. Ahora solo comía pequeños gusanos y maíz, parecía que la carne no era de su agrado.

Luego subió por una escalera con el animal y desde allí lo soltó, esperaba que el águila volara, pero esta solo cayo y se lastimó. Tras pensarlo el científico vio hacia los riscos y creyó encontrar otra manera de comprobar su teoría.

El día siguiente el naturalista llevo al águila hasta los riscos, en donde el pastor la había rescatado, al llegar allí el animal se mostró incomodo , sin embargo el experto decidió esperar. El esperaba que en cualquier momento el ave se reencontraría con lo que era.

Pasó toda la noche y llegó un nuevo día. Entonces el águila se mostró inquieta. No quería que los rayos del sol dieran sobre sus ojos, al ver esto, el naturalista la tomó del pescuezo y obligó a mirar el sol de frente.

Fue entonces cuando el águila se libero de las manos del científico y se sacudió, mal humorada por lo que le había hecho, extendió sus alas y comenzó a volar para apartarse del hombre.