Hay algo que nos acompaña desde el primer instante en que llegamos al mundo. No se ve, no se toca, pero se siente en lo más profundo del alma. Es un impulso que nos sostiene en los días buenos y nos abraza en los días difíciles.
Esta energía misteriosa es capaz de sanar heridas que ni el tiempo podría cerrar. Nos conecta con otros seres de manera inexplicable, nos hace sonreír sin razón, y a veces, también nos enseña a ser más fuertes cuando la vida nos pone a prueba.
No importa la edad, el lugar o la historia de cada persona: todos la necesitamos para vivir de verdad. Sin ella, los logros pierden sabor, los momentos felices se vuelven vacíos y la existencia se vuelve una mera rutina.
Es un refugio en medio del caos, un faro en la oscuridad, una chispa que enciende la vida. Puede nacer de una palabra, de una mirada, de un gesto simple, pero su poder transforma todo lo que toca.
¿Sabes de qué estamos hablando?
La palabra que estabas buscando es AMOR.
El verdadero motor de la vida.