Las personas honestas suelen confiar en quienes forman parte de su entorno social y familiar al no considerarlos capaz de realizar alguna maldad en su contra.
Esta actitud de inocencia y plena confianza en otros, suele ser el blanco perfecto para quienes poseen un segundo interés y desean realizar algún tipo de maldad.
Dado que alguien con una mentalidad inocente, suele desconfiar de los desconocidos y extraños, mientras que entrega toda su confianza y aprecio a quienes considera parte de su grupo de amistades o familia, sin prestar atención a sus palabras.
De esta forma quienes poseen dobles intenciones suelen aprovecharse de la inocencia y la honestidad de las personas “buenas”. Dado que rara vez son capaces de percibir el egoísmo, la envidia, la maldad, la ira y la falsedad que este tipo de individuos expresa mediante sus acciones.
Esto se debe principalmente a que las personas honestas son grandes optimistas que siempre observan los aspectos positivos de las personas a su alrededor. Por lo que niegan o hacen caso omiso, de aquellas actitudes, palabras o comportamientos que evidencian su falta de sinceridad y destacan su egoísmo.
Normalmente este caso se produce cuando quien causa daño forma parte del círculo profesional, social o familiar. Ya que en la mente de un ser honesto, dichas personas son preciadas y cada una cuenta con un espacio dentro de su corazón y mente.
Este deseo de evitar la realidad le lleva a un estado de negación, donde es incapaz de reconocer y aceptar, que en realidad, dichos individuos son la fuente de su dolor y de sus tragedias.
Abrir los ojos ante la maldad sin perder la inocencia
Muchas veces los adultos utilizan la frase “piensa mal y acertarás” al hablar sobre la traición, decepción y el dolor causado por alguien cercano. Una persona de la cual se tenía la sospecha por sus acciones o palabras que demostraban su egoísmo y envidia, y que lamentablemente resulto ser una triste realidad.
El aprender a distinguir la maldad de una persona es una ardua labor que requiere de experiencia y de fracasos. Dado que no siempre serás capaz de percibir las malas vibras o energías negativas de otra persona, especialmente si posees grandes sentimientos sobre ella.
Sin embargo, el reconocer la maldad de las personas, no es sinónimo de dejar de creer en las segundas oportunidades y en el ser humano. Ya que no se trata de cerrar tu corazón y mente de tus seres queridos, sino de aprender a actuar con cautela y paciencia para protegerte de las malas intenciones de otros.
De esta forma al interactuar con otras personas, podrás ir descubriendo capa por capa su personalidad, deseos, anhelos, comportamiento y sentimientos. Con el objetivo de brindarle la oportunidad de expresarse o justificarse, mientras decides si se trata de alguien que permanecerá en tu vida o si por el contrario, es momento de separar tu camino.
Al realizar este proceso mantienes esa honestidad e inocencia dentro de ti, sin permitir que otros se aprovechen de dicha cualidad, que te identifica y diferencia de otros. No por ser un blanco fácil, sino por ser alguien que cree y confía en que las personas tienen motivos y razones para actuar de forma positiva o negativa.
Esta nueva visión de las personas, te permitirá desarrollar nuevos lazos y reevaluar los que posees, mientras observas y estudias si se trata de un vínculo real o si es un individuo que busca sacar provecho de tus talentos y cualidades.
Recuerda que se trata de aprender a mirar a otros teniendo en consideración su valor e importancia. Sin hacer caso omiso a sus acciones y palabras, las cuales puede desvelar si se trata de una persona sincera y comprometida con su lazo hacia ti. O si por el contrario es alguien que solo busca traerá maldad y dolor a tu vida.