El estudio realizado por el neurocientífico e investigador de la UCLA, Alex Korb, explicó que algunas ideas pueden ser desencadenantes para lograr alcanzar la felicidad en la vida
A continuación te presentamos las cuatro premisas que contribuyen a lograr una vida feliz.
1) Para el estudio, la pregunta más importante: ¿Por qué estoy agradecido?
La gratitud es un sentimiento que se refleja en el exterior e incluso en el interior, especialmente en nuestro cerebro. Y es que al ser agradecidos, activamos la región de tallo cerebral que produce dopamina, llegando a beneficiar las interacciones sociales.
Ser agradecido no siempre tiene que tener una razón o motivo en específico, es una actitud que debes aprender a cosechar, apreciando y valorando incluso las cosas más pequeñas de tu vida y con el tiempo lograrás evidenciar un cambio positivo en tu vida y en las personas de entorno.
Una investigación reveló que la gratitud afecta la densidad de las neuronas en la corteza prefrontal ventromedial y lateral, aumentando la inteligencia emocional y con ello, las neuronas también se benefician, trabajando aún más eficiente.
2) Etiqueta los sentimientos negativos, según el estudio realizado
Identificar los sentimientos tiende a ser una labor bastante difícil, debido a que las emociones humanas no son simples, al contrario son variantes y complejas y pueden ser influenciadas por factores externos sin importar su magnitud.
Aprender a identificar y vocalizar tus sentimientos –en especial los negativos como la tristeza, ansiedad, molestia, entre otros-, es de vital importancia para el crecimiento de las personas, ya que aunque no lo creas, reconocer lo que sientes, te ayudará a comprender y controlar los efectos que generan estos sentimientos en ti.
Manifiesta tus emociones -aunque sean negativas-, ya que al intentar suprimirlas no cierras, el ciclo, acumulando en tu interior estos sentimientos, los cuales tarde o temprano serán expresados. El cómo y el cuando dependen totalmente de tu parte, hazte del control de tus emociones, dejándolas fluir y aceptándolas. Recuerda que somos humanos y debemos expresarnos para poder entendernos con los demás.
3) Toma esa decisión
La toma de decisiones es un momento de gran estrés para cualquier persona sin importar la magnitud de la misma. Las dudas, la incertidumbre y el temor a los resultados pueden consumirte sin que te des cuenta de la situación en la que te encuentras. Por ello, no dudes más y ¡sigue tus instintos!
Aunque no lo creas, al tomar una decisión brindas tranquilidad a tu cerebro, y es que la ciencia afirma que este proceso ayuda a reducir la preocupación y la ansiedad, al tiempo que encuentra soluciones a los problemas presentados mientras calma el sistema límbico. Así lo establece el estudio realizado.
Las decisiones no son algo fácil, algunas incluso pueden llegar a ser determinantes en tu futuro. Sin embargo, debes tener presente que en ocasiones puedes acertar pero también puedes errar. La perfección no existe y aunque no sea de tu agrado. Perseguir constantemente los escenarios perfectos puede llegar a aumentar tus niveles de estrés y afectando la sensación de control.
Disfruta de tomar decisiones que se adapten a tus capacidades y a tus prioridades. Después de todo, tú eres el responsable de las mismas y solo tú eres capaz de visualizar el camino hacia la felicidad que consideras merecida. Bien reza el dicho: “Lo suficientemente bueno es casi siempre lo suficientemente bueno”.