Séneca, especialmente, realizó una ardua labor, y es que el principal representante la escuela filosófica de los estoicos presenció la transición de los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Esto relacionado íntimamente con la corriente de su escuela
Desde la antigüedad, los humanos han padecido de ansiedad, y aunque en esa época, aún no existían las ciencias psicológicas, los filósofos eran quienes se dedicaban al análisis de la conducta de las personas.
La cual se enfocó en analizar y reflexionar sobre la moral y las costumbres de las personas, específicamente en una época donde la degradación ética llevó a la destrucción del imperio.
“Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos”. Esta corriente conocida como estoicismo, es originaria de Grecia y fue el filosofo Zenón de Citio, quien se encargó de su fundación. Con el tiempo, su popularidad aumentó de gran forma e incluso repercutió en algunos de los principios del cristianismo naciente.
Los seguidores del estoicismo, abarcaron diversos temas en sus estudios. Sin embargo, para ellos, lo más importante era aprender a vivir una vida llena de moderación, sin la necesidad del exceso de bienes materiales para lograr una vida plena, feliz y equilibrada.
Asimismo, consideraban que los sentimientos pasionales eran los responsables de la degradación y el sufrimiento de las personas. Por lo que predicaban y practicaban el autocontrol, como base de la vida, para así evitar los excesos y lograr un equilibrio mental adecuado para vivir en tranquilidad.
Séneca y la ansiedad
Como uno de los representantes del estoicismo, Séneca, quien era reconocido por su mente brillante. No se dedicó a una vida de lujos, al contrario, persiguió la vida virtuosa, equilibrada y humilde que predicaba. Durante su análisis del comportamiento humano, percibió a muchas personas abrumadas por la preocupación –lo que hoy conocemos como ansiedad-. Ante esta situación expresó
“Lo que aconsejo es que no seas infeliz antes de la crisis; ya que puede ser que los peligros ante los que palideces […] nunca te alcanzarán; ciertamente aún no han llegado”.
Con este pensamiento, Séneca planteó miles de años antes, lo que las corrientes de la psicología confirmaron siglos después, que la ansiedad se produce debido al sentimiento de esperar que ocurra lo peor, aun cuando este evento no ha ocurrido.
En pocas palabras, se trata de una percepción negativa que nos lleva a siempre esperar el peor resultado en cualquier actividad que realicemos. Aun cuando no existe la certeza de los resultados.
Séneca también afirmó: “Tenemos el hábito de exagerar, o de imaginar, o de anticipar el dolor”. Una vez más, hace referencia directa al estado de ansiedad que la gente se autogenera. Al preocuparse en exceso sin motivo aparentes. Llegando al punto de desgastarnos física y emocionalmente por un “mal” que aún no ha sido confirmado. Pero que en nuestra mente, ya ha sido sentenciado al fracaso.