En occidente admiramos la disciplina de los japoneses. Siempre serenos, respetuosos y con gran voluntad para el trabajo.
Desde niños muestran ser muy diferentes a los niños de occidente. Destacan por sus modales, el respeto que tienen hacia los mayores. Mantienen un control sobre sus emociones que se evidencia en su serenidad y disciplina.
A continuación detallaremos como los japoneses han logrado construir una sociedad con características envidiables.
La familia como centro de la cultura japonesa
En las culturas orientales es de suma importancia el respeto a sus antepasados y a los mayores de la familia. Lejos de ser una relación rígida pasa por ser vínculo emocionalmente fuerte. Son ellos los que poseen la sabiduría familiar siendo sus consejos de vital importancia para el bienestar de la familia.
Los abuelos de las familias ven a los más pequeños de la familia como alumnos que hay que preparar para la vida, es por ello que son pacientes y se ocupan de orientarlos de manera afectuosas lejos de ser una dictadura. Se forja una relación de respeto que permite a los niños aprender sin sentir que están en una dictadura.
Esta relación que para occidente puede parecer extraña, es posible gracia en la cultura japonesa gracias a su visión familiar que lejos de estar basada en favores, se fundamenta el respeto por ellos jamás veremos a los de un niño dejar su hijo con el abuelo para que lo cuide por falta de tiempo.
Ser sensibles no está mal aseguran los japoneses
Gran parte de la sociedad japonesa comprenden que la formación de los niños debe ser afectiva, es por ello que los malos tratos son vistos con desprecio. Enseñar a que los sentimientos del otro importa al igual que los suyos, es una de las enseñanzas que buscan dar sus padres a sus hijos desde pequeños.
Nos podemos preguntar cómo corrigen a los niños entonces, y la relación de respeto es tal que con pequeños gestos y miradas le muestra que su forma de actuar no es la correcta. Utilizan frases que demuestran porque su comportamiento no se debe repetir.
El valor está por encima del funcionamiento para los japoneses. Buscando siempre que sus hijos tomen como suyos los valores del respeto y la sensibilidad, para que el futuro sean adultos que continúen con las tradiciones.
Dedicar tiempo fortalece el vínculo
Si bien los puntos anteriores son importantes, el eje central dentro de la crianza para los japoneses es pasar tiempo de calidad con sus hijos, para así poder fomentar la unión familiar y transmitir sus tradiciones que son cruciales para ellos.
Es poco probable que el niño comience a ser cuidado por terceros antes de los tres años. Por ello, es común ver a las madres con sus bebés siempre con ellas. Consideran que ese tiempo les permitirá fortalecer sus vínculos, supervisando y enseñando en este tiempo tan importante.
La figura paterna también comparte este tiempo de calidad. Siendo el encargado de transmitir aquellas historias familiares que son importante que el niño conozca estas son repetidas en los días de actividades familiares. Para generar en él un vínculo familiar profundo y se sienta identificado con ellos.
La palabra y la compañía forman parte de su día a día, por lo que rápidamente va entendiendo el lugar de cada quien en la familia haciendo fácil obedecer las jerarquías.
Es por ese entorno sereno y familiar que los niños japoneses no se comportan de manera inadecuada. La soledad no forma parte de sus días. Cuentan con respaldo emocional que les permite ir creciendo en un mundo ordenado donde los sobresaltos no son necesarios.