Una reciente investigación afirma que la luna posee un gran impacto sobre los seres humanos y sus emociones con base en una antigua creencia histórica.
El investigador estadounidense Mark Filippi utilizando como base de su estudio algunas antiguas creencias e investigaciones asegura que la luna posee la capacidad de influenciar las emociones de las personas.
Los efectos de la luna sobre los seres humanos no es un descubrimiento reciente para los investigadores. Dado que previamente en la antigüedad clásica y el medievo, era considerado un hecho real pese a la falta de evidencias que respaldan dicha afirmación.
Sin embargo la influencia del satélite en los seres humanos ha sido motivo de interés de diversos investigadores a lo largo de la historia moderna. Como es el caso de Irving Dardik, Joel Robertson y David Goodman, quienes sirven como base teórica de la afirmación de Filippi.
Utilizando las previas investigaciones, Mark decidió enfocar esta afirmación desde la perspectiva de las neurociencias. Con el objetivo de analizar a profundidad la relación existente entre los ciclos lunares con el estado de ánimo y las emociones de las personas.
La influencia de la luna según Mark Filippi
Para respaldar su afirmación, el neurocientífico aplicó un método “somático”, a través del cual asegura que las fases lunares posee el poder de afectar la producción de neurotransmisores en el cerebro de cada individuo. De esta forma cada una de las etapas de la luna favorece la producción de esta sustancia e influyen en el estado de ánimo y emociones.
A juicio de Filippi el ser humano es capaz de experimentar diferentes comportamientos, emociones y sentimientos de acuerdo a la influencia del entorno en especial, debido a la presencia de la luna. Dado que existe una gran correspondencia entre los ciclos biológicos internos y los ciclos físicos externos de todos los seres humanos, los cuales se ven afectados por las fases lunares.
Las fases lunares y su efecto en el ser humano
Cuarto creciente: Esta es la primera fase de la luna y se produce cuando el satélite no es visible en el cielo nocturno. Es una etapa con una semana de duración, donde lentamente el astro va apareciendo con una apariencia que da la sensación de que va creciendo, lo que le brinda su nombre.
De acuerdo a las investigaciones de Filippi, durante el cuarto creciente las personas suelen manifestar una mayor sensibilidad y receptividad hacia su entorno así como un gran anhelo por la compañía de las personas. De igual forma brinda inspiración pero con la limitante de poca concentración lo que dificulta el realizar trabajos con gran detalle.
Esta reacción se debe al incremento en la producción de acetilcolina, el cual es un neurotransmisor relacionado con la memoria, el aprendizaje, el sueño REM y la percepción del dolor. Mientras que otros neurotransmisores se encuentran más inhibidos en esta fase lunar explicó el neurocientífico.
Luna llena: Con una apariencia redonda casi perfecta, es la fase donde se produce un mayor nivel de brillo. Su presencia brinda satisfacción y una sensación de plenitud en las personas, lo que facilita el acto de fantasear libremente.
Según Filippi esto se debe al aumento de la serotonina la cual brinda vitalidad, creatividad y un incremento vital de la concentración. Además facilita la introspección y la reflexión.
Cuarto menguante: Ocurre después de la luna llena y se produce cuando el satélite comienza a disminuir su tamaño hasta volverse más pequeña. Para la neurociencia esta fase lunar es la mejor para participar en actividades social, debido al incremento de la dopamina, que genera una sensación de empatía, diversión, placer y tolerancia.
Luna nueva: La fase final donde se evidencia la aparente desaparición del satélite del cielo. Filippi la considera como la etapa más difícil de cada mes debido a la fuerte presencia de la noradrenalina. Un neurotransmisor que genera una actitud defensiva en los individuos sumado al sentimiento de miedo, vulnerabilidad y nerviosismo acompañado de una gran irritabilidad.