Por increíble que parezca el ser humano es el único entre todas las especies capaz de modificar su biología y estado de salud en base a sus pensamientos y sentimientos.
Esto se debe a que las células del cuerpo analizan y observan el comportamiento de nuestros pensamientos actuando directamente sobre nuestra salud. Un ejemplo de ello ocurre cuando por ejemplo tras un bajo emocional, el sistema inmunológico se ve afectado.
Al mantenernos en un estado de ánimo alegre y armonioso, nuestra salud se ve beneficiada por los sentimientos. Por el contrario al experimentar una situación problemática, negativa o triste, nuestro cuerpo libera las mismas hormonas y sustancias producto de los momentos de estrés.
Por lo tanto, aunque parezca increíble, nuestras células constantemente procesan y analizan todas las experiencias que vivimos. Reflejando en nuestro estado de salud, aquello que nos molesta, alegra, motiva o estresa.
Al vivir un momento de tristeza, la producción de neurotransmisores del cerebro se ve alterada, se modifica el nivel de hormonas y se interrumpe el ciclo del sueño. Hasta las lágrimas contienen un compuesto químico distinto a las que contiene el llanto producto de la alegría.
Estos síntomas y cambios que ocurren dentro de nuestro cuerpo demuestran el impacto de las emociones y del entorno sobre la salud. Dado que al volver a un estado de tranquilidad, el perfil bioquímico muestra un cambio drástico en comparación con el presentado anteriormente.