Diversos hallazgos indican que los fenómenos ambientales de mucha energía pueden afectar la actividad psicofísica de las personas.
Así que durante esta época es posible que algunas personas puedan percibir cambios en su grado de sensibilidad, estado de salud y autocontrol.
Un estudio explica que “las alteraciones geomagnéticas están asociadas con aumentos significativos en los ingresos hospitalarios por depresión, trastornos mentales, ingreso psiquiátrico, intentos de suicidio, homicidios y accidentes de tráfico”.
Aunque se cree que variaciones repentinas en la actividad solar pueden alterar algunos procesos reguladores, afectando el normal equlibrio de la melatonina y serotonina, así como la presión arterial.
Unas de las primeras personas en investigar esta correlación entre el universo fue Winfried Otto Schumann, alrededor de los años 50’s. El investigador midió diversas frecuencias que se asemejaban a un modelo matemático que predijo una resonancia de onda magnética entre la Tierra y la inosfera.
El resultado de dicho estudio fue fascinante cuando los científicos notaron que durante el ciclo de esta lluvia magnética, los ritmos cerebrales fueron similares a diversas variaciones del máximo solar.
Lo que sugiere que, bajo diversas condiciones que aún desconocemos, el viento solar u otros fenómenos pueden afectar la actividad cerebral.
¿Cómo es que la actividad psicofísica es tan masiva que puede conectarse con nuestras más íntimas funciones cerebrales?
Actualmente, se mide el aumento en las radiaciones que emite el sol y su posible impacto por medio de los índices que se observan en el campo magnético de la Tierra.
Dichos índices son señales que los científicos traducen para poder explicar los cambios de estas energías producidas por la Tierra en nosotros.
Todos ya conocemos que existen los elementos en la Tierra y el cosmo que puede afectar a la mente, pero ¿exactamente cómo funciona el máximo solar? Es sin duda una incógnita que surge.