En el camino de la vida un individuo logra coincidir con cientos o miles de personas sin crear una conexión real con quienes forman parte de su entorno.
En el trabajo, en la escuela incluso al realizar deporte o cualquier actividad de entretenimiento es posible coincidir con quienes poseen intereses similares.
Al encontrar a otras personas con los mismos gustos y puntos de vista, es normal disfrutar de su presencia y compañía. Sin embargo, en muchos de los casos se trata de un vínculo temporal derivado del apoyo y compañerismo.
De esta forma, algunas personas poseen cientos de conocidos, compañeros de trabajo, de clase o de equipo pero muy pocos amigos. Y aunque parece tonta la diferencia entre dichas categorías, su valor radica en el nivel de conexión, confianza y entrega.
Precisamente por ello para muchas personas es más fácil coincidir momentáneamente con una persona sin crear un vínculo duradero. Mientras que establecer un verdadero lazo de amistad que sobreviva a los años, representa todo un desafío.
¿Coincidir o conectar?
Tanto en el sentido romántico como en la amistad, el coincidir es tan sólo un primer paso donde las personas comparten opiniones y pensamientos. Normalmente de forma algo superficial, por lo que este vínculo carece de profundidad e incluso puede convertirse en un problema a futuro.
Principalmente porque entre los involucrados no existe un verdadero sentido de lealtad y de conexión. Por lo que sus «conocidos» se convierten en individuos que pueden incorporar o desechar de sus vidas sin remordimiento.
Al contrario, quienes logran una conexión verdadera con otras personas automáticamente establecen un fuerte vínculo entre ellos. A través del cual son capaces de enfrentarse a obstáculos propios y ajenos sin que afecte o destruya la relación.
Conectar con otra persona permite desarrollar una relación fuerte que se nutre con las experiencias positivas y negativas a través de los años. Es por ello que este vínculo es uno de los más preciados para el ser humano.
Especialmente considerando que muchas personas suelen coincidir con su entorno en determinado tiempo y espacio. Aunque dicho vínculo no necesariamente se convierte en una conexión real de amistad con otras personas.