Al hablar sobre relaciones toxicas es normal pensar en una pareja, sin embargo, este tipo de vínculo también puede producirse en el núcleo familiar.
El estilo de crianza y la relación con los miembros de la familia juegan un papel fundamental durante el desarrollo y crecimiento de los niños. Especialmente cuando se trata de una relación toxica con la madre.
La relación entre una madre y sus hijos, es irremplazable y capaz de dejar grandes huellas en la personalidad, forma de actuar, motivaciones, moral y pensamientos de los pequeños.
Este tipo de relaciones fuera del comportamiento común, pueden dejar grandes secuelas en los niños. Por lo que las secuelas de crecer en medio de una relación tóxica entre una madre y sus hijos, se visualizan en la vida adulta de los pequeños. Especialmente si este vínculo no se detecta y trata a tiempo.
Signos de que has vivido con una madre tóxica
Reaccionas a los conflictos de forma agresiva o sumisa
Debido a la forma de crianza recibida, los niños provenientes de hogares tóxicos tienden a enfrentar las problemáticas con las figuras de autoridad a través de métodos disfuncionales.
Si creciste con una madre que durante años atacó de forma directa tu autoestima y te obligó a retroceder ante sus propios deseos, es normal desarrollar una actitud sumisa. Prefiriendo evitar los problemas, sin defenderte ni participar en actividades que representen un desafío.
Por otra parte, puedes haber desarrollado una tendencia agresiva hacia las figuras de autoridad, atacando y enfrentándote a ellas incluso sin provocación. Al haber estado bajo la influencia opresiva de tu madre durante tanto tiempo, por fin decidiste, ser quien brinde el primer golpe y así evitar ser expuesto a los demás.
Guardas emociones negativas
Al reconocer el maltrato proveniente de tu madre, es inevitable hacer frente a las sentimientos y emociones que permanecen en tu mente y cuerpo como resultado de ello. Por lo que es normal sentir temor, miedo, ansiedad, asfixia, dolor emocional generalizado o rechazo, al recordar la toxicidad de dicha relación.
Igualmente se te hace difícil identificarte con tus amigos o parejas que muestran mantener buenas relaciones con sus madres. Ya que dentro de tu mente es casi imposible, imaginar recibir una sensación amorosa y positiva de tu progenitora.
Retienes afecto
En una relación tóxica, las madres tienden a ser restrictivas con las demostraciones de amor y cariño como una forma de castigo hacia los hijos. Quienes se ven obligados a entender que para recibir amor, deben complacerle, por lo que dan su máximo esfuerzo con hambre de cariño como su recompensa.
Por su parte, hay niños quienes prefieren brindar el mismo trato recibido, aislando sus emociones y pensamientos, incluso evitando tener contacto físico. Esta inestabilidad creada durante su desarrollo, conlleva a que como adultos, sean seres reprimidos, con miedo a perder el afecto recibido de su pareja o familia.
Te interesan las relaciones codependientes
Al estar acostumbrado a vivir bajo las órdenes y decisiones de una figura autoritaria dominante, puedes desarrollar interés por las relaciones codependientes. Donde participa una persona con carácter sumiso y otra con una personalidad bastante dominante.
Esta diferencia de carácter se traduce en una dependencia emocional o práctica del individuo pasivo hacia su dominante pareja. Incluso, la parte pasiva de la relación tiende a sentirse apreciada cuando otros realizan todo por ella.
En cambio, la parte dominante se siente satisfecha al lograr que otros dependan de él, llegando a establecer una relación dependiente de la necesidad de otros. En una relación tóxica, la madre es quien toma el papel de figura dominante, inculcando una crianza codependiente en sus hijos.
Eres alguien que se autocriticas en exceso
Una madre tóxica tiende a exigir de forma incansable, criticando y cuestionando aquellas decisiones o actitudes que no le complacen. Su constante crítica hacia tu pensamiento, comportamiento, forma de actuar, lleva a que en el futuro, escuches la voz de tu progenitora como una voz crítica dentro de tu cabeza. Llegando incluso a criticar, las situaciones donde recibes halagos y felicitaciones.
Buscas constantemente la validación de tu entorno
La presión y el maltrato característicos de vivir en un hogar toxico contribuye a que los niños criados en dicho ambiente posean una autoestima baja. Lo que conlleva a que durante su adolescencia y adultez, sientan la necesidad de ser aceptados y queridos por las personas de su entorno.
Muchas personas han padecido la experiencia de vivir con una madre tóxica, aunque pocas han logrado percatarse de lo grave de la situación que vivieron. Esto se debe a que no existe una guía sobre relaciones de padres e hijos, ya que somos seres humanos y es difícil establecer un patrón único de comportamiento.
De ahí la importancia de acudir a los profesionales especializados en el área de la psicología para realizar un diagnóstico y posteriormente un tratamiento, si te sientes identificado con alguno de los síntomas presentados en este artículo.
No debes sentir vergüenza de necesitar asesoramiento profesional, dado que a veces es necesaria la ayuda de un profesional para aprender a superar las secuelas producto de ser criado por una madre tóxica.